Querido nieto:
Después de pensarlo muy bien, a ti, que
dispones de todo el tiempo del mundo, he decidido dejarte el reloj. Es mi
deseo, que a mi partida, te lo entreguen junto con esta carta.
Como puedes comprobar, te lo entrego desnudo,
sin oro ni diamantes. Con la experiencia, sabrás decidir entre el valor del
tiempo y el de la máquina; pero para el aprendizaje, éste servirá.
Recuerda que, para utilizarlo, antes tendrás
que darle cuerda. A continuación te detallo las instrucciones:
Primero
El reloj: en este caso, se trata de un reloj de pulsera; es más barato, pero se
evita el estorbo de la cadena y se ahorra el chaleco donde colgarlo. La esfera
es amplia, con números claros, piensa que la presbicia es un defecto humano y
no de la máquina; y su correa es de cuero, más flexible y manejable.
Segundo
Preparativos: sujeta las dos correas y extiéndelas una sobre otra hasta los
extremos, de tal forma que la más larga pase por debajo del reloj y la hebilla
por encima. La esfera deberá de quedar hacia arriba y los números al derecho
para facilitar la lectura; si tienes dudas, se comprueba que la cebolleta esté
a la diestra. Así, tal y como lo tienes sujeto, guárdalo en el bolsillo pequeño
del pantalón y procura que el cristal coincida del lado interior. Eso no sólo
te ayudará con las maniobras, sino que también lo protegerá de posibles golpes
y rozaduras. También es importante que las correas sobresalgan lo suficiente
para retirarlo sin esfuerzo. Te aconsejo que practiques un poco; mételo y
sácalo varias veces, ganarás en experiencia y te aportará buenos hábitos. Una
advertencia, realiza la maniobra de pie, siempre; sentado se fuerzan las
correas y los pasadores, y te durarán menos. Discúlpame si no te indico cómo
colocarlo en la muñeca.
Tercero
Cómo
darle cuerda: antes de retirar el reloj del bolsillo,
ejercita un poco las manos, con el calentamiento adquieren más habilidad. La
cebolleta es pequeña y los dedos son gordos y cada vez más torpes; razón ésta
por la que no se le debe dar cuerda con él en la muñeca (existen otras, como la
de no permitir que nadie te encadene, ni siquiera el tiempo, pero más
personales). Es más práctico que sostengas el reloj con la mano izquierda, de
manera que puedas ver las agujas (acuérdate de la cebolleta en el lado
derecho); coloca el pulgar sobre ella y el índice por debajo, los restantes
dedos mantenlos separados, donde no estorben. Antes de comenzar, extrae un
punto la ruedecita, uno sólo; tiene otro, pero es para ajustar la hora
(algunos, más modernos, ya cuentan también con la opción de cambiar de día).
Acto seguido, presiona las estrías del artilugio y gira de derecha a izquierda
según el tiempo que necesites. Unos quejidos, apenas perceptibles, serán los
que te confirmen que la maniobra es correcta.
Obra con
cuidado, cuantas más vueltas le des a la cebolleta más le estrujarás el corazón,
y los sufrimientos son más intensos cuando son innecesarios. Con veinticuatro
horas al día tendrás más que suficiente y el reloj te lo agradecerá.
Con todo mi cariño.
El abuelo
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