sábado, 12 de abril de 2014

Retrato en mate con brillo

Angustia me causaba la cita, ella era toda una mujer y yo solo un pipiolo. Me enfrentaba a una persona abierta y decidida; capaz de matarte, tanto de gusto como con palabras. Su personalidad directa, capaz de convertir la realidad en un bloque de cemento y la verdad en bala de plata, me intimidaba y atraía. Ni siquiera se cortó cuando explicó que le gustaban los hombres fuertes, con empuje y bien armados; más claro imposible. Nada que ver conmigo, al contrario, me considero una persona tierna, mimosa; que gusta del buen trato y se enreda en el cariño con facilidad. Un retrato en mate diría yo; <<un pardillo>>, resumió ella sin remordimiento alguno. Resignación, la dentellada era incontestable. Si acaso, advertirle que el ensañamiento no es requisito indispensable en el asesinato; pero eso sería incitarla para que la siguiente patada apuntara a la entrepierna. Miedo, en una palabra; temía su lengua afilada, incluso cuando me la metió en la boca, cuando se la saboreé y la sorbí con fruición. Y si a mí me había gustado, a ella la obligó a cerrar los ojos. Increíble, sabía gemir y suspirar, hasta se le escapó un <<¡qué bien besas, jodido!>>. Menuda sorpresa. Ni idea, yo no tenía ni idea; tan sólo me dejé llevar, correspondí sumiso a su ataque directo y me dispuse a morir en sus brazos. No me encomendé a nadie porque no daba abasto.


Cuando abrió los ojos algo había cambiado, ni ella era la misma, ni yo tampoco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.