Te quise. Te amé con la desesperación de un hambriento. Apareciste en
silencio, como un barco sin motor. Llegaste con el viento, a toda vela. Te
quise. Te amé sin temor y sin juicio. Me cautivaste con sigilo, como la brisa; en
medio de un mar en calma, entre susurros y suspiros. Te quise. Te amé hasta el
tormento. Eras una parte de mí que había perdido y que no he vuelto a encontrar
desde que te conocí. Te quise, nací queriéndote. Esa sonrisa tuya, llave que
abre todas las puertas. Te quise. Y te quiero con vehemencia hasta la tempestad.
Te quise y te continuaré queriendo; quizá porque en mí necesite al azar de los
sueños o, tal vez, sólo se trate de ausencia. El vacío que dejará tu partida se
agranda cuando te acercas.
4 comentarios:
Como hombre me cueta decirlo, pero qué buen textículo...
Un abrazo.
HD
Muchas gracias, Humberto.
Llego desde Micro-Leituras, Xosé Anton, con la alegría de encontrar otro aficionado al género en Coruña y -siempre que no moleste- me quedo asomado a la ventana, para volver cuando vea la luz encendida.
Un saludo.
Bienvenido, Pedro. Muchas gracias. Se abrirán puertas y ventanas si la luz se apaga para que puedas entrar.
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