Sí, amarga. Era para dos y sólo acudió él; la
que iba a ser, por fin, una noche de amor, se volcaba en ausencia desoladora.
Abonó la cuenta sin un SMS de disculpa que le acompañara y salió del
restaurante. De regreso, la carretera estaba cortada; un accidente interrumpía
el tráfico.
La volvió a llamar, una última esperanza. Uno,
dos, tres…; que no salga el buzón, otra vez no, ¡maldi…!
–Diga –una voz de hombre se oyó al otro lado.
Silencio, su voz se negaba. Apenas cortó, se
iluminó de nuevo el móvil e insistió la melodía de llamada. No contestó, ni a la
siguiente tampoco.
Al llegar a casa, se sirvió un trago, también amargo.
El móvil continuaba sonando, las llamadas no cesaban, y aunque no encontraba
palabras, lo acercó al oído.
–!Conteste,
si conoce a la dueña de este móvil responda, por favor…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.